jueves, 29 de octubre de 2009

Se fue

Al principio casi no se notó. Las mañanas y las tardes se deslizaban sin dramas en el agujero negro del tiempo: el trabajo, un café con un amigo, un partido de fútbol, una pinta de cerveza negra en el pub irlandés, una tarde un poco triste y una noche eufórica. Al principio le pareció que ella no se había ido del todo. Siguió durmiendo en su lado de la cama y dejando vacíos los dos o tres cajones del armario en los que antes se desordenaba la ropa de ella. Escribió una lista de renuncias, ocho años de matrimonio dan para mucho, pensó. Pero tachó imposibles, se sinceró con sus ganas y sus desganas, y observó con atención los cinco únicos deseos de su soltería:

- Ver al Inter en Milán.
- Intentar acostarme con Mireia.
- No hacer nunca la cama.
- Cenar comida basura todas las noches.
- Contratar el Plus.

Le pareció insuficiente. Llamó a su mujer. Estaba comunicando.

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