miércoles, 25 de marzo de 2009

Teatro

Hace unos días fui a ver una obra de teatro. Pascal y Descartes, desde el siglo XVII, hablaban, gritaban y se desencontraban. Por un lado, la razón, la tranquilidad, el puntito de hedonismo y la defensa de la ciencia y la voluntad de Descartes. Por otro, la pasión, el fanatismo, la Fé absoluta, el destino, la infelicidad, el masoquismo de Pascal. La tolerancia y la intolerancia. D. dice: “Los jesuitas me enseñaron que siempre hay dos puntos de vista”. P. dice: “¿De qué sirve la ciencia si no explica lo fundamental?” Y también: “Me aterroriza la muerte”. Y yo, en mitad de los dos, en mi silla de oscuridad, pienso en la voluntad y el destino. Y en sus límites tan difusos.

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