miércoles, 3 de febrero de 2010

Un poema

Ayer empecé a leer este libro: "Mujeres que corren con los lobos", de Clarissa Pinkola Estés. Me dieron las diez de la noche y luego las dos. Esta mañana, cuando me he despertado, me he encontrado con estas palabras.

Soy la mujer despierta
soy la mujer habitada.

Soy la energía vital
la creadora la maga la hechicera
Soy la que, sentada en el fondo del bosque,
no llora.
Soy la que escucha.
Soy la matriz, la tierra, la portadora del fuego sagrado.
Soy todas las demás y también irreductiblemente yo.
Soy la que se queda al borde del abismo y no espera
Soy la que escucha,
Soy la que ve
Soy la domadora de hombres, la amante
Soy la heredera y la testigo
Soy la que tiene miedo pero actúa
Soy la que descendió a las profundidades del infierno
Soy la que se equivoca cuando no quiere acertar
y la que acierta cuando se atreve.
Soy la madre, la hija, la vieja bruja que coquetea con la muerte.
Soy la que intuye
la que busca y encuentra y sigue buscando.

La mujer despierta
la mujer habitada.

Soy la que se quemó y todavía sigue viva
Soy la superviviente del naufragio
Soy la que grita si le arañan y araña si le hieren
Soy la madre ancestral, la protectora, la salvadora
Soy el eterno femenino, yo y mis hermanas.
Soy la que corre detrás del amor y la que desea
Soy la defensora, la guardiana
Soy la fuerza del mundo
Soy la que ya no huye
la que ya no duerme.
Soy la que se ha tumbado en la espalda del mundo
sobre la arena mojada y caliente.
Soy la mujer que camina sobre las estrellas
Soy la mujer en el fondo del mar
Soy la de los pies lunares firmemente sujetos al suelo.

La mujer despierta
la mujer habitada.

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