
Este domingo, las fotos de Pierre Gonnord seguían en Madrid cuando Lucía decidió visitar la sala "Alcalá, 31". Esta imagen le encantó y hasta le alivió. Se dio cuenta de que las raíces que cuentan son las que se hunden en el mundo. Aunque su madre hubiera muerto, aunque a veces tuviera la sensación de ser una sirena en la cuerda de equilibrio de un circo, una siempre puede identificarse con el barro. Lucía era, al fin y al cabo, hija de la tierra, parte de la cadena de la vida. Sus raíces eran las más difíciles de entender pero también las más verdaderas. Quizás las únicas verdaderas.